El Renfrew Center de Florida se especializa el tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria. La fotógrafa Lauren Greenfield en Thin (2006) debuta como directora en este documental donde hace una inmersión de seis meses en este este centro y convive con las pacientes del programa residencial. Consiguió más de 200 horas de material donde documentó el día a día del tratamiento: revisión por parte de las enfermeras, sesiones individuales con los psicólogos, terapias de grupo, las horas de las comidas y la manera como viven el tratamiento las protagonistas.
El documental le hace seguimiento principalmente a cuatro pacientes:
- Shelley: 25 años, enfermera de psiquiatría alimentada por tubo, que ha tenido intentos de suicidio, ingresa con 38,2 kilos. Presenta anorexia desde hace 5 años. No quiere ser como su gemela y a través del síntoma está buscando diferenciarse. Manifiesta en su discurso latente envidia hacia su hermana gemela Kelly: “Ella le agrada a todo el mundo”.
- Polly: 29 años, licenciada en literatura. Ingresó voluntariamente, tras intentar suicidarse por comerse dos trozos de pizza. Desde los 11 años contaba las calorías, además en su familia le enseñaron a cortar la comida en pequeños trozos.
- Brittany: 15 años. A régimen desde los 12 años. Pasó de 84 a 44 kilos. Su madre también tiene anorexia y comparten un pasatiempo: masticar dulces y escupirlos. Su madre, cuando la visita, selecciona la comida, habla de ella, la señala, separa el pan, es poco lo que come.
- Alisa: 30 años. A los 7 años de edad presentaba problemas de sobrepeso, según el médico. Esta observación del médico, hace que la sometan a dieta. Hace dieciséis años presenta trastornos de la conducta alimentaria: “Trato de no ingerir más de 200 calorías por día”. Ha usado diuréticos, enemas, laxantes, sufre atracones. Ingresó a la fuerza aérea en la Operación Tormenta por el entrenamiento, para poder adelgazar.
Otra paciente, Jen, de 28 años, tiene TCA desde los 12 años, no ha tenido la menarquía y ya sufre osteoporosis.
La rutina del centro es la siguiente: medición matutina de peso a las pacientes, revisión del organismo: signos vitales, peso, estado de las uñas. Es una mirada centrada en lo orgánico, no en el cuerpo y su representación. Los siete días de la semana las pacientes deben levantarse a las 5:30 a.m. Las enfermeras contrastan con las pacientes porque todas son obesas y todo el tiempo centran sus preguntas en la comida, en lo que hacen con ella y son hipervigilantes con las pacientes. Les dan suplementos vitamínicos que ellas toman con repudio. Las consuelan diciéndoles: “Cuando tu cuerpo esté sano, no volverás a ver un suplemento vitamínico”. Es un centro que opera con el lema Vigilar y castigar, enfocado en los síntomas más que en la subjetividad. En las noches hacen chequeo de los cuartos y registran minuciosamente las habitaciones (cada rincón, cada escondite) en busca de cigarrillos, dulces, metros, azúcar y fármacos.
En el comedor aparecen las siguientes prohibiciones: “nada de bolsos, bolsas, no se permite ir al baño”. En las sesiones del “grupo comunitario” también median las reglas: “solo se habla con el bastón de la sinceridad” y está la regla de la confidencialidad (que en realidad no es respetada, más bien se convierte en un grupo para delatar a las compañeras, donde se busca la “verdad” a como dé lugar). En el centro se manejan niveles (de acuerdo a la terapia de conducta -condicionamiento operante- con técnicas de reforzamiento positivo y negativo): se asciende o desciende, según los logros o retrocesos.
Lauren Greenfield logra un retrato humano al mostrar el sufrimiento de estas mujeres con su cuerpo y con el tratamiento que reciben, un sufrimiento que requiere una lucha interna con sus historias de vida y con pensamientos que son fijos y obsesivos, que están enraizados en ellas y que en el centro son prácticamente ignorados.
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